miércoles, 5 de enero de 2011

TEMA DE ANTOLOGÍA - MUJER

VIENTO DE ARENA

SIN REFLEJOS


Cuando una despierta y la cama se traslada durante la madrugada al último rincón de la habitación, y siente que no solo se ha movido el maldito mueble si no parte del cerebro se ha rodado con él, y se mira las manos en un intento de reconocerse a sí misma, un intento fallido claro, pues los espejos han desaparecido hace tiempo, cuando dejó de amarse, por alguna razón que ya no recuerda.

Y se cuelga, sí, se cuelga del borde del colchón, deja caer sus piernas al abismo que la separa del suelo, y no lo alcanza, es tan pequeña tan poca cosa que no puede rozar el frio piso con algún dedo del pie, y ahí pierde mucho tiempo, en ese pequeño intento, se agota, se retuerce de dolor, entonces, llega el salto, ese que la llevará a comenzar un nuevo día, un nuevo café colado de amarguras, un nuevo bocadillo sin mantequilla, una nueva sonrisa pintada para alguien que le da los buenos días.

Se detiene,

entre la calle y la oficina, en ese pequeño umbral que la parte en dos, en esa posición fetal de sus melancolías, se detiene sí y se mira en el cristal de la puerta corredera, hacia tanto que no sabía de reflejos, tanto que no conocía de sí misma.

Se acerca más y se mira, se toca con el índice la barbilla, parpadea en un acto de desesperación por recordarse, por saber que la que está ahí delante de ella volverá a su lugar, a ese lugar que nunca debió abandonar…

Cojo mi bolso con fuerza, el café templado para llevar, abro mi maleta, saco el portátil, doy los buenos días, sonrío conmigo dentro…He cambiado el tiempo verbal.

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