FLORES DE
CENIZAS POR FANNY JEM WONG
I
Hoy leí sobre el amor
que se esconde tras las lechugas,
en verdad son grandes
los frutos de aquel huerto.
II
Me iré como llegué
sin que nadie lo sepa.
Extraños son los versos
que no se pueden escribir
cuando las letras huyen asustadas
hacia las profundidades
de los bosques de bambú.
III
La montaña creció
socavé y socavé,
estación tras estación
y no logré vencerla
Yandang es demasiado hermosa
para olvidarla,
volveré el próximo invierno.
IV
Mi pensamiento divaga
perdido entre los pies
de un ejército
de hormigas rojas,
en vano intento
contar sus zapatos.
V
Un ojo que no mira,
una mano que no toca,
un reloj siempre de prisa,
una esfera que no gira,
se transformó en un rompecabezas,
estos nunca me gustaron.
VI
Solo veo ríos negros
sobre papeles de arroz
y ocho dragones
señalando el camino.
Nada importante
que deba recordar.
VII
Cigarrillo tras cigarrillo,
la habitación revienta de humo,
un cangrejo se ríe a carcajadas
cuando el Dragón terrestre
de un solo golpe
destruye el preciado jarrón.
VIII
La pluma duerme
dentro de la caparazón
de una pesada tortuga
que se aleja y se aleja.
Estoy agotada.
IX
Se declaró día de duelo
nadie lloró, nadie entendía
el porqué de tanto aspaviento
Solo era un ave más
viajando hacia el oriente.
X
Contempló durante años como caían
bolitas de oro dentro de la boca de la rana,
estas anunciaban funestos acontecimientos.
Le ofrendo entonces sus manos
las recibió complacido,
alimentaron su enorme ego.
XI
En vano intenta despertarla
un lúgubre manto cubre su cabeza calva,
por fin se liberó de ella
cuando un hambriento perro
se tragó de un solo bocado a la Luna.
XII
La veleta siempre giraba
hacia la misma dirección,
lamentablemente el camino
era oscuro y pantanoso,
tropecé, perdí mis gafas,
cuando casi me di por vencida
las encontraron las plantas de mis pies.
XIII
¿Uno más uno?
Depende, es verdad y
no de la pluma
del faisán
ni de los ábacos de perlas.
XIV
La arrogancia es mérito
de quienes poseen mentes pequeñas,
quizás en invierno, cuando las ramas caídas
solo sirvan para alimentar
el fuego
de la vieja estufa,
añores los vientos de otoño.
XV
De la boca del Rey Dragón
siempre se alimentó el lago Yanhu,
algún día lograré bañarme
en sus aguas inmortales.
XVI
La luna mira de reojo
detrás de las colinas.
Avergonzada se esconde,
parpadea y sonríe. XVII
Nubes nevadas
a la orilla del río Han
flotan mis pensamientos.XVIII
Los dragones que pueblan el cielo
custodiaron por siglos
el enorme huevo de piedra
por donde asome la cabeza.
XIX
Cuando la
Luna cubra de plata mis cabellos
y mis manos pierdan la blancura del marfil,
odiosos pájaros me traerán dentro de sus picos
flores secas cubiertas de estiércol y cenizas.
Eso no será trascendente,
lo bello no siempre es verdadero
y lo verdadero, a veces resulta no ser bello.