domingo, 11 de julio de 2010

TEMA DE ANTOLOGÍA - A DEFINIR

GABRIELA ARAGÓN

PUTREFILIA


Se le han llenado de aftas la boca. Supura saliva hedionda con matices amarillentos y rojos de una lengua que cuelga atónita, fría seca. Su rostro es un lienzo enmohecido, carcomido por ácaros transparentes que transitan inquietos entre el poco cabello que queda y la purulencia de las llagas. Los pellejos que cuelgan donde alguna vez estuvieron las mejillas, se inflan como globos de papel esperando sea el último aire que entre en este saco de tripas porque pueden rasgarse. No adornaría el cuadro con una boca improvisada, donde se asoman las pocas muelas verdes que quedan. Entraría más aire para respirar, pero terminaría de apestar la pocilga con su doble aliento.

Palabras y quejidos, ninguno se entiende. Son letras virulentas de dolor, quejidos mal pronunciados, exhalaciones contaminadas.

Veneno en sus venas recorriendo los capilares cerebrales, impulsado por el ansia y el miedo más que por su ritmo natural del corazón.

Empeines acalambrados con tobillos fracturados. Dedos de piedra envueltos de piel caliza que espolvorea escamas al aire con las convulsiones ordinarias.

Momia hermafrodita de sexo pulverizado. Cuando sus movimientos involuntarios le conducen las manos hacia ese hueco, su gesto cambia, sonríe con lentitud idiota. Su agusanada mente solo guardó un recuerdo. Memoria de sexo, de placer que ya no está.

Han logrado alargarle la existencia.

No entienden la resistencia ni el placer a la putrefacción.

El murió poco antes de que la encontraran comiéndole el corazón.

El envenenamiento por mercurio no tarda en enviarla a su lado, mientras, aun saborea los latidos de su amado, las venas deslizándose entre los dientes, la sabia sangrienta de él en su boca emponzoñada.


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